LA OBRA ESCRITA, PARTES ESENCIALES Y PARTES ACCESORIAS.
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Partes esenciales
1. Principio
Se denomina también introducción o
exordio, según sus características o el tipo de obra. En los escritos
periodísticos tiene primordial importancia para conseguirla atención del
lector, frecuentemente superficial o apresurado, y se le suele denominar
"copete" cuando contiene un resumen de lo expresado detalladamente
después.
Por ser la entrada del escrito, el
principio debe abrir las puertas del ánimo del lector de la manera más
apropiada: atrayéndolo mediante el interés, la curiosidad, la presentación
sintética, inconclusa o sugestiva, los sentimientos, o cualquiera de los
estímulos que menciona la psicología aplicada como adecuados para este caso.
Como su objetivo es atraer al
destinatario, en esta parte introductoria debe desecharse todo elemento que
pueda resultar chocante o dificultoso para él, con el fin de que con gusto se
introduzca en lo medular del escrito.
2. Medio
Llamado también cuerpo, nudo o
exposición, es la parte fundamental del escrito. Aquí se expone el asunto
básico, con todos los argumentos y datos necesarios para cumplir el objetivo
fundamental: informar, enseñar, analizar, pedir, exhortar, estimular,
entretener, dirigir o ser vehículo de relaciones sociales, comerciales,
administrativas, culturales o de cualquier otra índole dentro de la múltiple
actividad humana.
Por ser la misión de esta parte cumplir
el objetivo fundamental del escrito, en la eficacia de su realización radicará
el mayor factor del éxito del trabajo.
3. Fin
Denominado también epílogo o cierre,
debe ser una adecuada coronación de la parte medular. Por lo general, su misión
es refirmar o resumir lo expuesto anteriormente. También puede contener
recomendaciones, expresión de deseos, comparaciones, datos recordatorios,
agradecimiento o menciones secundarias de distinta naturaleza.
En calidad de broche del escrito, ha de
ser estructurado de modo que resulte una consecuencia natural o lógica de lo
anterior (aunque no se descartan los finales inesperados o abiertos, en
determinado tipo de trabajos que, sin ser literarios o artísticos, admiten
cierta dosis de originalidad y libertad expresiva, como son los artículos de
comentario o crítica, las cartas de venta, los anuncios publicitarios y
escritos similares.
El final, la última impresión que queda
en el ánimo del lector, debe cumplir dignamente su misión de cerrar el escrito.
Identifica en el cuento las tres partes esenciales de toda obra escrita
El patito feo
Hans Christian Andersen
Como
cada verano, a la Señora Pata le dio por empollar y todas sus amigas del corral
estaban deseosas de ver a sus patitos, que siempre eran los más guapos de
todos. Llegó el día en que los patitos comenzaron a abrir los huevos poco a
poco y todos se congregaron ante el nido para verles por primera vez.
Uno
a uno fueron saliendo hasta seis preciosos patitos, cada uno acompañado por los
gritos de alborozo de la Señora Pata y de sus amigas. Tan contentas estaban que
tardaron un poco en darse cuenta de que un huevo, el más grande de los siete,
aún no se había abierto.
Todos
concentraron su atención en el huevo que permanecía intacto, incluso los
patitos recién nacidos, esperando ver algún signo de movimiento. Al poco, el huevo comenzó a romperse y de él
salió un sonriente pato, más grande que sus hermanos, pero ¡oh, sorpresa!,
muchísimo más feo y desgarbado que los otros seis...
La
Señora Pata se moría de vergüenza por haber tenido un patito tan feísimo y le
apartó con el ala mientras prestaba atención a los otros seis. El patito se
quedó tristísimo porque se empezó a dar cuenta de que allí no le querían...
Pasaron
los días y su aspecto no mejoraba, al contrario, empeoraba, pues crecía muy
rápido y era flacucho y desgarbado, además de bastante torpe el pobrecito. Sus
hermanos le jugaban pesadas bromas y se reían constantemente de él llamándole
feo y torpe.
El
patito decidió que debía buscar un lugar donde pudiese encontrar amigos que de
verdad le quisieran a pesar de su desastroso aspecto y una mañana muy temprano,
antes de que se levantase el granjero, huyó por un agujero del cercado.
Así
llegó a otra granja, donde una vieja le recogió y el patito feo creyó que había
encontrado un sitio donde por fin le querrían y cuidarían, pero se equivocó
también, porque la vieja era mala y sólo quería que el pobre patito le sirviera
de primer plato. También se fue de aquí corriendo. Llegó el invierno y el
patito feo casi se muere de hambre pues tuvo que buscar comida entre el hielo y
la nieve y tuvo que huir de cazadores que pretendían dispararle.
Al
fin llegó la primavera y el patito pasó por un estanque donde encontró las aves
más bellas que jamás había visto hasta entonces. Eran elegantes, gráciles y se
movían con tanta distinción que se sintió totalmente acomplejado porque él era
muy torpe. De todas formas, como no tenía nada que perder se acercó a ellas y
les preguntó si podía bañarse también.
Los
cisnes, pues eran cisnes las aves que el patito vio en el estanque, le
respondieron:
-
¡Claro que sí, eres uno de los nuestros!
A
lo que el patito respondió:
-¡No
te burles de mí!. Ya sé que soy feo y desgarbado, pero no deberías reírte por eso...
-
Mira tu reflejo en el estanque -le dijeron ellos- y verás cómo no te mentimos.
El
patito se introdujo incrédulo en el agua transparente y lo que vio le dejó
maravillado. ¡Durante el largo invierno se había transformado en un precioso
cisne!. Aquel patito feo y desgarbado era ahora el cisne más blanco y elegante
de todos cuantos había en el estanque.
Así
fue como el patito feo se unió a los suyos y vivió feliz para siempre.